A la vez audaz y misteriosa, la malaquitatransmite una sacudida de la hipnótica y profundamente rica piedra verde que ha cautivado a tantas civilizaciones a lo largo de un vasto espacio de tiempo. Los egipcios otorgaron a la malaquita poderes para protegerse del mal, mientras que Fabergé mostró su esplendor en los entornos neoclásicos más restringidos: un ejercicio de decadencia disciplinada.